Fue solo después de que asesinaran a Olly Stephens, en un campo frente a su casa en Reading, en el sur de Reino Unido, que sus padres se dieron cuenta del mundo violento e inquietante al que su hijo había estado expuesto a través de su teléfono.
Marianna Spring, reportera de BBC Panorama, investigó el papel que jugaron las redes sociales en su muerte y expone cómo las cuentas de redes sociales de un niño de 13 años pueden recomendar videos violentos y cuchillos en venta.
En enero pasado, Amanda y Stuart Stephens observaron a su hijo desde ventanas separadas mientras salía de casa, sin darse cuenta de que sería la última vez. Olly se dirigía hacia Bugs Bottom, un campo frente a su casa, con sandalias en los pies y su teléfono en la mano.
15 minutos después, había sido asesinado.
Ese teléfono que sostenía en su mano proporcionaría las respuestas a lo que había sucedido.
Olly fue asesinado a puñaladas por dos adolescentes en un campo detrás de su casa, después de que reclutaran a una niña por internet para atraerlo hasta allí. Todo el ataque había sido planeado en las redes sociales y desencadenado por una disputa en un grupo de chat de las redes.
Sus padres se sorprendieron al descubrir el turbio mundo de violencia y odio que su hijo y sus amigos habían habitado a través de sus teléfonos.
Decidí investigar el papel que jugaron las redes sociales en lo que le sucedió a Olly y a qué están expuestos los niños de 13 años como él.
«Lo cazaron, lo rastrearon y lo ejecutaron a través de las redes sociales», me dice Stuart mientras nos sentamos juntos en el sofá de su casa en Reading.
«Las redes sociales no son culpables del asesinato, pero no hicieron nada para protegerlo, y sin ellas todavía estaría aquí».
La policía de Thames Valley dice que la historia de Olly se destaca por el gran papel que jugaron las redes sociales en el caso. Y temen que la evidencia de intimidación y los videos violentos con cuchillos encontrados en los teléfonos de los asesinos sean solo «la punta de un iceberg muy grande».
Cuenta falsa
Me propuse descubrir qué ven los jóvenes adolescentes en las redes creando una cuenta falsa, haciéndome pasar por un niño de 13 años en cinco redes sociales populares entre ese grupo de edad.
Usando una fotografía generada por inteligencia artificial, configuramos cuentas para un niño de 13 años, consultando a uno de los amigos de Olly y cuentas públicas pertenecientes a jóvenes adolescentes en Reading.
Queríamos ver a qué se expondría y qué le recomendarían ver a un niño de 13 años que se interesa por temas populares para su edad, desde deportes y juegos hasta música, y contenido en contra de los delitos con cuchillos.
También queríamos probar si las redes sociales moderan videos e imágenes de cuchillos similares a los compartidos por los niños condenados por asesinar a Olly.
Después de dos semanas de nuestro experimento con nuestra cuenta ficticia, en la que pusimos varios «Me gusta» y comenzamos a seguir el contenido sugerido en las redes, así como sus intereses originales, los resultados fueron sorprendentes:
- En Instagram, YouTube y Facebook, a nuestra cuenta de un niño de 13 años se le recomendó contenido como por ejemplo personas mostrando cuchillos, cuchillos en venta y publicaciones que glorificaban la violencia
- Cuando usamos nuestro perfil para buscar activamente contenido en contra de los delitos con cuchillo, a esta cuenta de un niño de 13 años Instagram, Facebook y YouTube le presentaron videos, páginas y grupos a favor de los cuchillos
- Ninguna medida fue tomada en contra de mostrar un cuchillo a la cuenta de un niño de 13 años, por Instagram, Facebook, YouTube y Snapchat. Tik Tok, en cambio, eliminó el contenido por violar sus reglas sobre actos peligrosos, y nuestra cuenta ficticia recibió una advertencia de que había estado a punto de ser suspendida
Mundo secreto
Cuando Olly salió de la casa ese día, le aseguró a Amanda que tenía la ubicación de su teléfono activada, para que ella supiera dónde estaba. Era el domingo después de Navidad y la familia se estaba preparando para volver al trabajo y la escuela al día siguiente. Amanda esperaba que Olly volviera antes de que oscureciera.
Pero poco después de que saliera de casa llamaron a la puerta. Era un chico que Olly conocía. Amanda no podía entender lo que estaba diciendo.
«Pensé: ‘¿Acaba de decir que Olly ha sido apuñalado?'».
Stuart y la hermana mayor de Olly salieron corriendo al campo frente a su casa, donde Olly yacía sobre un charco de sangre. Amanda los siguió.
«Solo tomé su mano y le pedí que no me dejara», dice Stuart.
Amigos, vecinos, personas que habían salido a pasear a su perro, todos intentaron ayudar, pero ya era demasiado tarde. Olly murió en ese campo.
«Todavía busco sus pies por la mañana al final de la cama porque colgarían por fuera», dice Stuart. Cada vez que no los ve allí siente dolor.
La cama de Olly todavía está hecha con su sábana favorita. Amanda todavía le compra dulces, y cuando pasa la aspiradora por la habitación de Olly, algo que él solía odiar, todavía murmura: «Solo tardaré un minuto».
Justo antes de ser asesinado, Olly había sido diagnosticado con autismo y, en ese momento, lo que más le gustaba era jugar a videojuegos y escuchar música en su habitación.
La noche después de su asesinato, al revisar las publicaciones en las redes sociales sobre Olly y las capturas de pantalla que sus amigos compartieron con su hija, Stuart y Amanda comenzaron a darse cuenta del papel que habían jugado las redes sociales en lo que sucedió.
«Es este mundo secreto donde puedes hacer y decir exactamente lo que quieres«, dice Amanda. «Era un mundo que no teníamos idea de que existía [y] que lo estaba atacando».
Amanda, que normalmente usaría el rastreador en el teléfono de Olly para asegurarse de que llegara a casa sano y salvo, se encontró ahora usándolo para verificar que su teléfono llegó a manos de la policía.
Siguió la señal mientras viajaba con el cuerpo de Olly al hospital y luego otra vez cuando lo llevaron a la estación de policía de Thames Valley.
Evidencia digital «sin precedentes»
El detective Andy Howard fue el encargado de investigar el mundo dentro de ese teléfono. Es un caso que describe como sin precedentes, porque el 90 % de las pruebas en el juicio por asesinato de Olly procedían de teléfonos móviles, y ningún niño testigo tuvo que subir al estrado.
«Nos sorprendió mucho la cantidad de evidencia digital», explica.
Hubo suficiente para condenar a dos niños -de 13 y 14 años en ese momento- por asesinato en noviembre pasado. La niña de 13 años que lo llevó al parque fue declarada culpable de homicidio involuntario.
Lo que sorprendió inicialmente a la policía sobre la montaña de videos, fotos y capturas de pantalla que comenzaron a filtrar fue la personalidad que presentaban en línea los jóvenes de 13 y 14 años vinculados al caso, tan en desacuerdo con la realidad suburbana que vivían.
Compartieron imágenes en Instagram de personas con cuchillos, usando pasamontañas y capuchas.
La policía también encontró videos mostrando cuchillos, y de niños vinculados al asesinato de Olly atacándose unos a otros, que según Howard le dijo a Panorama, él cree que se compartían «abiertamente y con mucha frecuencia» en Instagram y Snapchat.
«Ciertamente hay una atracción muy poco saludable por filmar, grabar, actos de violencia realmente bastante serios», dice Howard.
Fue un video publicado en Snapchat que mostraba un ataque llamado en «patterning» en inglés (patrones) que fue el catalizador en una cadena de eventos que llevaron a Olly a perder la vida.
Este consiste en la humillación de un joven que es filmada o fotografiada y luego compartida en las redes sociales. Se reenvía una y otra vez, se comparte en diferentes redes sociales, lo que multiplica la vergüenza para la víctima.
En las semanas previas a su muerte, Olly había visto una imagen de un niño más joven siendo humillado y trató de alertar al hermano mayor del niño enviándosela.
Cuando dos chicos que estaban en un grupo de Snapchat con Olly se dieron cuenta de que la había enviado, se enfurecieron.
Howard dice que esos muchachos pensaron que Olly había estado «espiándolos, delatándolos», y eso llevó a esta situación.
La policía también encontró cientos de grabaciones de voz de Snapchat de los dos chicos que se pelearon con Olly. En ellas, hablan de atacar a Olly y tratan de reclutar a una chica para tenderle una trampa.
La niña de 13 años que aceptó hacer esto conocía a Olly en la vida real y había conocido a los dos niños involucrados en internet. Aunque todos vivían localmente, se conocieron por primera vez el día del asesinato.
El lenguaje que usaron los condenados en los audios es impactante, con comentarios como: «Vas a morir mañana, Olly» y «Le daré unos golpes [lo golpearé] o lo apuñalaré». Lo que también es escalofriante es su tono casual y frío.
En un mensaje de voz, la chica dice: «[Hombre 2] quiere que lo engañe para que luego [Hombre 2] lo golpee y lo estampe y otras mierdas. Estoy tan emocionada que no puedes entender».
Ninguna de estas notas de voz parece haber sido recogida por Snapchat, y según la propia política de la red social, no es posible reportar un mensaje privado o una nota de voz como esta al sitio, solo a la cuenta que lo envía.
La evidencia recopilada por la policía es solo la información requerida para la acusación, pero el detective en jefe Andy Howard teme que solo hayan arañado la superficie en este caso. En su opinión, es probable que los involucrados hayan estado expuestos regularmente a contenido violento y se hayan vuelto insensibles.
Un estudio reciente del Centro Policial y de Criminología Aplicada de la Universidad de Huddersfield, en Reino Unido, respalda esa idea y descubrió que las redes sociales fueron un factor clave en casi una cuarta parte de los delitos cometidos por menores de 18 años. La mayoría de estos fueron actos de violencia que comenzaron con una confrontación en línea.
Qué ven los adolescentes en internet
En nuestra propia investigación, dos semanas después de seguir el tipo de contenido que los niños de 13 años de Reading siguen en sus cuentas, a nuestro adolescente imaginario las redes le recomendaron publicaciones de personas mostrando cuchillos, cuchillos en venta y videos que glorificaban la violencia.
Eso sucedió en Instagram, Facebook y YouTube, mientras que en TikTok y Snapchat, las cuentas no recomendaron este tipo de contenido.
Todos estas redes sociales dicen que protegen a los usuarios adolescentes.
Meta, propietaria de Instagram y Facebook, dice que restringe lo que los menores de 18 años pueden ver de «contenido que intenta comprar o vender armas blancas».
YouTube dice que «puede agregar una restricción de edad» al contenido que incluye «actos dañinos o peligrosos que los menores podrían imitar». Nuestra cuenta solo encontró un video con una restricción de edad.
Algunas de las imágenes y videos de cuchillos eran similares a los encontrados en los teléfonos de los asesinos de Olly. Queríamos probar qué sucede cuando un niño de 13 años comparte una publicación como esa en las redes sociales.
Nuestras cuentas falsas eran privadas, para no exponer a nadie más a esta imagen y videos de un cuchillo.
No se tomaron medidas contra la publicación que mostraba un cuchillo que se compartió en la cuenta de un niño de 13 años en Instagram, Facebook, YouTube y Snapchat.
Sin embargo, Tik Tok eliminó la publicación por violar sus pautas sobre actos peligrosos, y le advirtió a la cuenta falsa que creamos que estaba a punto de ser suspendida. Eso sugiere que es posible detectar y eliminar este tipo de contenido compartido por un perfil menor de 18 años. Ahora hemos desactivado estas cuentas.
Nuestro experimento reveló algo más llamativo. Algunos anuncios que se promocionaban en estas cuentas falsas en YouTube, Facebook e Instagram se basaban en sus intereses y, en ocasiones, eran apropiados para su edad. Eso parece sugerir que los datos de los usuarios adolescentes jóvenes se pueden usar para ofrecerles contenido, pero no se usan para protegerlos de contenido dañino que muestra cuchillos y violencia.
Yo quería saber si las publicaciones enviadas a la cuenta falsa eran típicas de lo que verían los adolescentes, así que me reuní con los amigos de Olly, Poppy, Patrick, Izzy, Jacob y Ben, en el banco conmemorativo de Olly, a metros de donde fue apuñalado.
Ben me había ayudado a configurar la cuenta falsa. Él y los otros amigos de Olly me dijeron que comenzaron a usar las redes sociales mucho antes de cumplir los 13 años, la edad que debes tener para registrarte en la mayoría de las plataformas. Todos dicen que no hubo intentos de verificar sus edades. Los padres de Olly dicen que él también las abrió antes de los 13 años.
Les mostré varias capturas de pantalla de las cuentas falsa, sin exponerlos demasiado al contenido que nos recomendaron. Pero los niños no se sorprendieron en absoluto por los resultados, y admitieron que todos ven cuchillos y violencia regularmente en sus redes sociales.
«Para ser honesto, he visto cuchillos más grandes», dice Jacob sobre sus propias cuentas de redes sociales.
«Estamos más expuestos a la gente que los muestra», explica Poppy, hablando de la imagen que las personas de su edad intentan mostrar principalmente en Instagram, así como en Snapchat.
Ben ha visto cuchillos Rambo e Izzy navajas mariposa, que cree que la gente comparte porque son coloridas y más atractivas.
Todos también describen estar expuestos al ciberacoso de forma regular -incluido el «patterning- videos de humillación como el que desencadenó la disputa entre Olly y los niños que lo mataron.
Todos las redes sociales expresaron sus condolencias a la familia de Olly. Meta, propietaria de Instagram y Facebook, dice que «no permiten contenido que amenace, fomente o coordine la violencia» y que tienen «un proceso bien establecido para apoyar las investigaciones policiales», como lo hicieron en el caso de Olly. Ellos «investigarán con urgencia los ejemplos planteados en esta investigación».
YouTube dice que tiene «políticas estrictas para garantizar que nuestra plataforma no se utilice para incitar a la violencia».
TikTok dice que «no existe algo así como ‘trabajo terminado’ cuando se trata de proteger a nuestros usuarios, particularmente a los jóvenes» y «continuará creando políticas y herramientas» para ayudar a los adolescentes y sus padres a mantenerse seguros en línea.
Snapchat dice que ellos «prohíben estrictamente la intimidación, el acoso y cualquier actividad ilegal» y «proporcionan herramientas para reportarlo de forma confidencial» dentro de la app.
En busca de respuestas
Amanda y Stuart quieren respuestas -y soluciones- para proteger a otros niños de 13 años en las redes sociales y quieren que los legisladores los escuchen.
El proyecto de ley de seguridad en internet está pasando actualmente por el Parlamento. «Este proyecto de ley trata sobre la seguridad de los niños y los jóvenes», me dice la secretaria de Estado Nadine Dorries.
Ella no se sorprendió al ver los resultados de nuestro experimento. «Estas plataformas saben que el contenido de cuchillos se envía a las redes sociales de los jóvenes», dice. «De hecho, pueden arreglar lo que está mal ahora mismo«.
Stuart y Amanda temen que el proyecto de ley en su forma actual no hubiera salvado a Olly. Quieren que se haga más para verificar la edad de los usuarios jóvenes y limitar su exposición a publicaciones dañinas, incluso si el contenido puede ser legal, como los videos violentos y las imágenes de cuchillos que nos recomendaron a nuestra cuenta ficticia.
Dorries dice que lo que se considera exactamente dañino pero legal se especificará pronto.
Pero, ¿cómo podría exactamente el proyecto de ley obligar a los sitios de redes sociales a abordar esto?
«Creo que probablemente sea más fácil mantener el principio central del proyecto de ley», dice Dorries. «Reino Unido tiene que ser el país más seguro del mundo para que los niños y los jóvenes usen internet».
El gobierno promete duras sanciones si las empresas no cumplen.
«Tendremos el poder de emitir multas de miles de millones de libras y asegurarnos de que las personas dentro de esas organizaciones sean penalmente responsables», dice Dorries.
Mientras tanto, Amanda dice que siente que las empresas de redes sociales no están enfrentando la realidad de lo que sucede
«Olvídate de tus ganancias, los niños se están matando unos a otros», dice Stuart.