Hace 15 años, cuando se conocieron, la empresaria Patrícia Camargo, de 38 años, y su marido, el odontólogo Mateus Santana, estaban pensando en formar una familia considerada tradicional.

Pero cuando se casaron, el plan de tener hijos en casa empezó a posponerse.

La pareja se dio cuenta de que incluir niños en la relación era mucho más una exigencia de la sociedad que su voluntad real. Las responsabilidades de criar a un niño fueron algunos de los factores que tuvieron en cuenta a la hora de tomar la decisión.

«No nos habíamos parado a pensar si realmente queríamos tener hijos. Fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía ese deseo y comencé a hablar con Mateus al respecto», dice la empresaria que en el momento de la decisión, hace poco más de 7 años, tenía una tienda para mujeres embarazadas y madres.La elección de no querer tener un bebé vino acompañada de algunas críticas. «Nuestras familias y amigos entendieron nuestros deseos y dejaron de exigirnos un niño. Pero algunos me dijeron que estaba siendo egoísta», dice.

Patrícia y Mateus decidieron en aquel momento que tendrían una mascota para darle más alegría a la casa. Fue entonces cuando Armandinho llegó a la vida de la pareja. Dos años más tarde, Nina se unió a la familia.

«No es un reemplazo, es una opción. Los trato como a mis hijos, los cuido y me haré cargo de ellos hasta el final de mi vida», dice Patrícia.

Una vida juntos

Armandinho y Nina, las mascotas de Patrícia y Mateus, están con la pareja en todo momento: salen de viaje, van a restaurantes e incluso hacen las compras juntos.

«Nos encanta viajar. Por eso, cuando los perros llegaron a nuestras vidas, se convirtieron en parte de nuestra rutina. Por ejemplo, sólo viajamos a lugares que los aceptan, no recuerdo cuándo fue la última vez que viajamos solos, viajamos como una familia completa», dice.

El dúo de cuatro patas anda suelto por la casa, puede dormir en la cama con la pareja o quedarse en su propia cama. Además, no les falta vestimenta en su armario, con decenas de looks para el frío y el calor.

Cada año, Armandinho y Nina celebran su fiesta de cumpleaños y, por supuesto, reciben regalos en ciertas fechas como Navidad. Las mascotas también tienen presencia asegurada en las sesiones fotográficas familiares.

«Los tratamos con mucho respeto, amor y cariño. Al fin de cuentas, nosotros elegimos cuidar de sus vidas, por eso tratamos de hacerlo de la mejor manera posible. Celebramos sus cumpleaños para recordar el privilegio que es estar con ellos un año más. Son verdaderos miembros de la familia. Para nosotros es muy natural”, añade Patrícia.

«Siempre dejamos claro que lo que queríamos era tener una mascota»

Carolina de Arruda Botelho Mattar.

FUENTE DE LA IMAGEN,CORTESÍA CAROLINA DE ARRUDA

Pie de foto,«Siempre dejamos en claro con mi pareja que nuestro deseo era tener a mascotas como hijos», dice Carolina.

Una situación similar vive la empresaria Carolina de Arruda Botelho Mattar, de 37 años, casada desde hace 9 años con su marido, Eduardo, con quien decidió al principio de la relación no tener hijos.

“Desde el inicio de su relación, Eduardo siempre dijo que no quería tener hijos. Yo quería hacerlo, pero con el tiempo fui trabajando en mi mente y entendí que no hace falta tener hijos para ser feliz, que es una imposición de la sociedad”, dice Carolina.

La empresaria cuenta que desde pequeña soñaba con tener un perro, pero que sus padres nunca se lo permitieron porque vivían en un departamento. El escenario cambió hace poco más de seis años con la llegada de Cacau y Dindin, dos Fox Terriers brasileños.

“El hecho de no tener hijos biológicos sorprende a algunos, porque en Brasil sigue siendo una cuestión cultural, una expectativa familiar. Pero como siempre dejamos muy claro que lo que queríamos era tener una mascota, nuestra familia y amigos nunca nos juzgaron, aunque algunos se sorprendieron”, dice Carolina.

Llamados «hijos» por la pareja, los perros duermen en la cama con ellos, celebran su cumpleaños con una pequeña fiesta, son muy mimados y tienen un adiestrador que los lleva todos los días a la plaza a pasear.

“También nos preocupamos de mantenerlos en contacto con su mundo biológico, por ejemplo con comederos interactivos. Cuando vamos al campo siempre van con nosotros, les gusta jugar en la piscina y divertirse mucho corriendo por todos lados. Como son hermanos, solemos hacer una celebración familiar para poder festejar sus vidas”, dice la empresaria.

‘Pet parenting’

Para el sociólogo y psicoanalista Wlaumir Souza, el fenómeno conocido como pet parenting (o crianza de animales) es cada vez más común debido a la dedicación de las mujeres a sus carreras profesionales y a la transformación del modelo familiar que viene atravesando la sociedad.

“El cambio de niños a mascotas va acorde al momento actual que vivimos. Tener un hijo requiere mucho tiempo y esfuerzo, lo que puede conllevar ciertas dificultades en la promoción profesional de las mujeres, dado que muchas de ellas abandonan el mercado laboral para cuidar de sus hijos y luego ese regreso sigue lleno de retos. Muchas veces no pueden volver a trabajar”, dice Souza.

Otros factores que para el sociólogo han hecho que muchas parejas opten por tener mascotas como hijos está relacionado con la cuestión económica y la inseguridad de criar a un hijo en el mundo actual.

Desde el punto de vista psicológico, Souza dice que los animales no cuestionan y son fieles a sus dueños y, en consecuencia, hacen más sencilla la convivencia.

“Una mascota es sumisa y obedece las reglas, incluso en el caso de los gatos, que son más individualistas. Así que no hay nada de qué preocuparse por su destino y su libertad, dice.

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