«Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?», le preguntó un hombre a Jesús y este le respondió: «vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme».
Desde los orígenes del cristianismo, este pasaje de los evangelios de San Marcos, San Mateo y San Lucas ha supuesto un reto difícil para la mayoría de los creyentes.
Sin embargo, todavía hay quienes quieren rebatir aquello de que «es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios».
El belga Patrick van der Vorst es uno de ellos.
La BBC conversó con él para conocer qué lo movió a renunciar a una vida de lujos y de comodidades y pasar el último lustro preparándose para hacerse sacerdote.
«Siempre estuvo en mi cabeza»
Van der Vorst desarrolló una brillante carrera como comerciante de arte en la prestigiosa casa de subastas londinense Sotheby’s, donde llegó a ocupar el cargo de director para Europa.
Pero fue en 2018 cuando la suerte le terminó de sonreír; logró hacer una fortuna al vender una página web que creó apenas un par de años antes (valuemystuff.com), a través de la cual ofrecía a los propietarios de antigüedades y obras de arte valoraciones profesionales de sus piezas.
Pese a que el éxito profesional y económico le sonreía, el ahora religioso reconoció al programa Heart and Soul de la BBC que no se sentía satisfecho.
«Siempre fui feliz, pero también tuve una cierta sensación de tristeza que creció con el tiempo», dijo.
«La idea de unirme a la Iglesia y estudiar para sacerdote siempre estuvo en mi cabeza», agregó.
Pero ¿por qué? ¿Por su familia? ¿Por su educación?
«Con mis padres íbamos a misa cada domingo, pero no puedo decir que mi familia fuera particularmente religiosa, que rezáramos antes de cada comida, por ejemplo», apuntó.
Sin embargo, admitió que un regalo que recibió en su niñez lo marcó.
«Cuando tenía 8 o 9 años recibí tres libros sobre la vida de Jesús. Era una biografía contada a través de ilustraciones y dibujos. Yo estaba fascinado y siempre los tuve en mi mesa de noche», comentó.
Convergencia de pasiones
La curiosidad religiosa no fue lo único que le despertó desde temprana edad, sino también su pasión por el arte.
«Mis padres solían ir a subastas los fines de semana. Un domingo típico era levantarnos, desayunar, ir a misa y después recorrer las distintas casas de subastas y mercados de antigüedades de Brujas, Gante y otras ciudades. Fue allí que mis ojos se abrieron al arte«, comentó.
«Es maravilloso ir a una subasta, porque puedes tocar los objetos, puedes abrir las gavetas de muebles y oler las cosas. Estaba fascinado», agregó.
Tras estudiar Derecho e Historia del Arte, Van der Vorst se mudó con 24 años a Londres, donde consiguió un trabajo en la renombrada casa de subastas Sotheby’s.
«La dinámica en este tipo de empresas es maravillosa, una semana trabajas con piezas chinas, la próxima semana con instrumentos musicales y la siguiente con pinturas impresionistas. Llegas a ver mucho arte y siempre el mejor», recordó.
Por su trabajo debía viajar constantemente a Roma, el centro del catolicismo mundial y uno de los grandes focos artísticos del mundo occidental, con lo cual sus dos pasiones se encontraron.
Aunque admitió que fue el trato cara a cara con sus clientes lo que activó algo dentro de él.
«Cuando trabajas para empresas como Sotheby’s lidias con personas en un estado vulnerable«, afirmó.
«La gente necesita vender cosas cuando se están divorciando, su madre falleció o está en bancarrota y necesita dinero, y estás allí con ellos, acompañándolos en la venta de sus propiedades y sus obras de arte. Yo sentía que esa era la parte que más disfrutaba«, prosiguió.
«Poco a poco»
Pese a que le gustaba su trabajo, el cual consideraba «excitante», Van der Vorst aseveró que con el tiempo la duda de si estaba dedicando sus energías a lo correcto fue creciendo.
«Fue un proceso gradual, poco a poco», dijo, aunque admitió que tomar la decisión de ingresar al seminario no fue fácil. En especial por lo que suponía: renunciar a la posibilidad de casarse y de formar una familia.
Sin embargo, cree que el hecho de no haber encontrado a la persona «correcta» lo facilitó, declaró posteriormente a BBC Mundo.
Otro escollo a superar fue el familiar.
«Recuerdo una conversación que tuve con mi mamá antes de entrar el seminario. Ella me dijo: ‘¿por qué mejor no te dedicas a trabajar en una organización caritativa?'», rememoró.
El otrora comerciante de arte, especializado en mobiliario francés del siglo XVIII, ingresó en septiembre de 2019, con 47 años, al Beda College, un seminario romano especializado en vocaciones maduras, donde ya se ordenó diácono, paso previo al sacerdocio, en junio pasado.
Dejándolo casi todo
Pero llegados a este punto, seguramente más de uno se preguntará qué hizo Van der Vorst con su dinero.
«De tener una casa y un perro en Londres ahora no tengo casa, bueno mi casa es el seminario y pronto será la parroquia a la que me manden», dijo.
«He tenido que dejar cosas, pero no todas, tengo suficiente para hacer frente a cualquier problema que se me presente», indicó en el programa de radio, donde admitió que no tomará el voto de pobreza.
BBC Mundo, por su parte, volvió a insistir sobre el asunto y el religioso respondió: «El grueso del dinero que gané lo repartí entre mis parientes y organizaciones de caridad«.
El belga aseguró que su caso no es único y que en el Beda College hay 32 personas de entre 43 y 68 años, que antes fueron profesores, enfermeros, zapateros o presentadores de radio.
«Es una maravillosa mezcla de talentos y de experiencias», comentó.
Consultado sobre qué aspira a lograr en su nueva carrera, afirmó: «Quiero poner a la Iglesia en el mapa de la gente y hacer que la gente vea cuánto los ama Dios».
Para lograr este objetivo Van der Vorst ha decidido utilizar sus conocimientos en arte y tecnologías de la información.
Así, el aspirante a sacerdote ha creado christian.art, un sitio web donde diariamente se publica una imagen de una obra de arte junto a un pasaje de los evangelios comentado.
Hasta ahora 40.000 personas se han suscrito a este servicio evangelizador 2.0.